La crisis de sustentabilidad, la necesidad de reducción de costos y la presión por el aumento de la productividad son sólo algunas de las razones por las cuales miles de empresas están integrando programas paperless o cero papel en sus procesos diarios.
Entre las estrategias empleadas destaca, por supuesto, el uso de la firma electrónica, una iniciativa que permite la identificación del firmante por medios electrónicos para autorizar trámites o contratos, sin la necesidad que impone el contacto físico entre los involucrados.
Existen diversos tipos de firmas electrónicas que pueden ser empleadas para reducir la emisión de papel.
La firma simple es básicamente aquella que utilizas en tu vida diaria a través de contraseñas o de manera biométrica con una pluma digital al realizar alguna compra, con la cual compruebas tu identidad y aceptas términos y condiciones en diferentes plataformas. Este tipo de firma tiene un muy bajo nivel de seguridad, prueba de ello son los múltiples hackeos a cuentas tanto de banco como de redes sociales. Además, que no cuenta con validez legal a nivel jurisprudencial.
Las firmas digitales son elementos más complejos que cuentan con una infraestructura de clave pública, conocida como PKI por sus siglas en inglés (Public Key Infraestructure), la cual proporciona certificados digitales cifrados que requieren de una mayor verificación y autenticación de las diferentes partes involucradas en un intercambio electrónico. Este tipo de firma puede ser acreditado por agencias certificadoras privadas, por lo que se consideran una herramienta más segura que la versión simple.
En México la firma electrónica más segura es la FIEL o e.firma, la cual es conocida como una firma electrónica avanzada, pues es avalada por el SAT y acreditada por la Infraestructura Extendida de Seguridad (IES) del Banco de México, quien el principal certificador de PKI en el país; de manera que existe una mayor cadena de seguridad dedicada a la protección de tus datos.
De acuerdo con la Ley de Firma Electrónica Avanzada, emitida en el Diario Oficial de la Federación, sin cambios desde el 11 de enero del 2012, la e.firma presenta las siguientes características:
Esta firma cuenta con los mismos efectos jurídicos que una firma autógrafa o manual y es imposible de replicar. Es decir, que da completa certeza de que el documento ha sido emitido por el firmante, de manera tal que su contenido le es atribuible, al igual que las consecuencias jurídicas que de él deriven.
Esta firma emplea un sistema de criptografía asimétrica, el cual asegura que inequívocamente el mensaje ha sido enviado por el firmante en cuestión. Dicho sistema está compuesto de dos archivos digitales: una llave privada y una llave pública. Cuando usas tu llave privada (.key) das poder legal de que dicha información secreta ha sido autorizada por tu persona y nadie más, mientras que al compartir la llave pública (.cer) otorgas permiso al destinatario del mensaje para acceder a él con completa confianza y seguridad de que nadie más ha usurpado tu personalidad.
Asegura que el documento ha permanecido completo e inalterado desde su firma, sin importar los cambios que pudiera sufrir el medio o proceso a través del cual se comunica. Es decir que, independientemente, de que el documento sea enviado vía electrónica con cambios en el cuerpo del mensaje en la bandeja de entrada del destinatario, imposibilita la modificación el contenido firmado.
Debido a su alto grado de seguridad y su validez legal, garantiza, sin duda alguna, que la autoría de dicha firma corresponde exclusivamente al firmante, por lo tanto es imposible negar sus implicaciones.
La firma electrónica avanzada utilizada en un documento o un mensaje de datos sólo puede ser cifrada por el firmante y el receptor. Esto significa que, a pesar de que la FIEL o e.firma es avalada por instituciones gubernamentales, de ninguna manera autoriza a dichas instituciones para acceder al contenido de los documentos firmados. La información es completa e irrevocablemente confidencial entre los involucrados.
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